"A imaxe é o vehículo da emoción, é a súa enerxía, e con ela facilítase o acceso á consciencia, é dicir, que toda emoción é factible de transformarse nunha imaxe. Toda imaxe conforma un acto creativo e é por iso que o inconsciente fundamenta a creatividade"
C.G.Jung

“Desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo”.
“En consecuencia
estudiar, investigar, buscar, vivir intensamente lo nuevo y profundo, son modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales y simbólicos del viaje”.
J.E. Cirlot

viernes, 16 de marzo de 2012

ARS MAGNA DE LUCIS ET UMBRAE

NO SON CUADROS. SON ESPEJOS

Un itinerario simbólico por las páginas de Panace@ Juan V. Fernández de la Gala
http//tremedica.org/panacea.html

(...)

Modo de empleo de este itinerario
1. Agite bien su espíritu.
2. Destape el frasco de sus emociones.
3. Dispóngase a mirar los cuadros. Puede pinchar sobre las imágenes para ampliarlas.
4. No aparte sus miedos personales, tráigalos consigo. Necesitará de esa dolorosa presencia para entender las pinturas de Dino Valls.
5. Y solo en caso de necesidad recurra a los farragosos prospectos de este itinerario.




Ars magna (2010). Óleo sobre tabla, 184 x 122 cm


Athanasius Kircher fue un sabio jesuita alemán que supo representar, como pocos, el espíritu científico del siglo XVII. Su curiosidad, desbordante y multiforme, no conoció límites y sus saberes abarcaban igualmente las matemáticas y la filosofía, las lenguas orientales y la física, la astronomía y la vulcanología. Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna y las manchas solares, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios y, para entender mejor la estructura interna de nuestro planeta, se hizo descolgar con una cuerda por el cráter del Vesubio.

Tampoco la magia fue ajena a sus saberes inquietos, hasta el punto de que el papa Alejandro VII lo llamaba a su lado cuando tenía que lidiar con el lado más oscuro de las cosas.
Dino Valls reproduce aquí, reinterpretándolo, el frontispicio de uno de los libros más enigmáticos de Kircher: Ars magna de lucis et umbrae (Roma, 1646). Buen título para alguien que, como Kircher, conocía igualmente las propiedades físicas de la luz y los enigmas ocultos de las sombras y que, sotana al viento, era capaz de adentrarse con provecho tanto por los caminos luminosos de la ciencia como por los ocultos senderos de la magia. La propia linterna mágica que él inventó, antecedente directo del cinematógrafo, no era más que un artilugio que reproducía esta misma paradoja: era capaz de aprovechar
la oscuridad en favor de la luz. Es el mismo ritual que repetimos cada vez que vamos al cine y nos sentamos en la penumbra de la sala para sumergirnos, desde las sombras, en una magia que está hecha de luces.

Durante muchos años, Kircher fue profesor en el colegio que los jesuitas regentaban en Roma. Y no caben dudas sobre su imaginativa habilidad didáctica. La cuidada composición del frontis es una buena muestra de ello: vemos a la izquierda al Sol, divinizado como Apolo, y a la derecha a la Luna, encarnada en la diosa Diana, oscura como la noche que representa, coronada por una luna de plata y constelada de estrellas y ofiuras. Sostiene en su regazo un espejo, con el que logra reflejar los rayos solares e iluminar con ellos el paso vacilante de los hombres.
Al fondo, desde la oscuridad de la tramoya, asoma un grupo de rostros anónimos (ángeles, en el original de Kircher) y, sobre ellos, el tetragrámaton: las cuatro letras que componen la palabra Yahveh en hebreo. Un poco más abajo se describen, también en clave simbólica, las cuatro fuentes clásicas que iluminan el conocimiento humano: la autoridad sagrada de la revelación divina, la autoridad profana, la razón y los sentidos. La revelación divina, en lo más alto, está simbolizada por el texto evangélico de Juan «yo soy la luz del mundo» (Jn 8,12), que Valls ha reproducido con fidelidad tal como el que puede verse en el ábside de la iglesia románica de san Clemente de Tahull, en Lérida. La razón humana, encumbrada también en lo más alto, está representada por una mano que escribe sobre un libro. Queda muy cerca de la lechuza, que es el emblema clásico de la sabiduría, esto es, un ojo que puede ver la luz donde los demás solo atinamos a ver oscuridad y sombras.
No por casualidad, las dos fuentes restantes (el conocimiento sensible y la autoridad profana) ocupan las posiciones más bajas en la jerarquía en este retablo didáctico kircheriano. Y, si logran ampliar la imagen, verán que los rayos solares alumbran con claridad el mundo de los sentidos, aunque a veces requieran el auxilio de instrumentos de observación, como el catalejo que aquí se representa. Por el contrario, la autoridad profana es solo producto de la iluminación lunar, asistida por el modesto resplandor de una vela, una alusión clara a su precariedad y a sus imperfecciones.
La visión de Valls actualiza y completa la de Kircher. Ha colocado las figuras en un decorado de opereta en el que se ve claramente que detrás de la tramoya hay seres humanos y que, por tanto, nuestra cultura, hecha de arquetipos, es una representación teatral tan falsa como necesaria, tan útil como ilusoria y, desde luego, mucho más próxima a lo humano que a lo divino. En definitiva, el arte eterno de lo luminoso y lo sombrío expuesto por Valls en un magnífico retablo de intertextualidades. Bien pensado, también Freud y Jung nos señalaron esta misma paradoja: si buceamos en las sombras del inconsciente podremos sacar a la luz lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Por eso, para Dino Valls el psicoanálisis podría ser la clave de una quinta fuente del conocimiento. Está simbolizada en el personaje central: una mujer deslumbrante y luminosa que nunca sabremos si emerge libre de sus propios monstruos o está siendo devorada por ellos.

3 comentarios:

  1. Impresionante. No lo conocía y me impacta profundamente.
    ya lo creo que hay que destapar el frasco de las emociones...!!!!

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  2. Hola Graciela.
    Me alegro de que también te haya gustado ( o disgustado o conmovido).
    Yo lo descubrí por purita casualidad, perdida una tarde por esta Biblioteca de Alejandría que es la red.
    Quizás porque nunca antes había visto nada de él, el impacto fue más fuerte. Y aquí sigo, instalada en este valle de dolor y belleza , en este universo de Valls que tanto me remueve interiormente.
    Porque efectivamente, mi frasco de las emociones, los miedos y las heridas está totalmente destapado. Y está es la razón de que siga aquí. Porque contemplando sus cuadros, que como dice, Fernández de la Gala, son espejos, me veo , me reconozco y me comprendo un poco mejor.
    Un abrazo, artista.

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  3. Y muchas gracias por acompañarme en este viaje.
    No me siento tan sola.
    Un beso.

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Moitas grazas.